Tornillos fuera
Hemos entrado en Bolivia y en este país las cosas funcionan diferente a como lo hacen en los ordenados Argentina y Chile.
Entramos en el país el pasado lunes para encontrarnos que había convocada huelga general de transportistas por tierra, de forma que la única manera de salir de la población fronteriza con Argentina en la que nos encontrábamos era en tren o taxi - esta última opción descartada por el precio -. Una vez en la estación de tren la boletería cerrada y el cartel de no hay más billetes hasta el miércoles, a pesar de ello, gente haciendo cola por aquello de que alguien - nadie sabía ni quien, ni cuando, ni dónde - había dicho que se iban a vender más billetes que asientos. Rumores infundados puesto que al abrir la boletería un amable policía confirmaba que hasta el miércoles nada, pero en Bolivia como nos acaban de decir, nada es seguro y todo es posible, ya que a los diez minutos se empezaban a vender boletos a un pueblo a medio camino de donde nos dirigíamos. Fueron 3 horas empleadas para recorrer apenas 90 kilómetros, convencidos estamos de que una llama bien entrenada y con suficiente autonomía podría cubrir la distancia en menor tiempo.
Esta mañana cargados con las mochilas buscábamos pasaje para el bus de las 10 de la mañana a Potosí. No había lugar en ninguna compañía para esa hora, pero aún así hemos viajado y en concreto junto al conductor, el que cobra los billetes y el suplente, todos en la cabina del conductor. Estas personas nos han mostrado su capacidad para mutar a mecánico cuando la situación lo ha requerido. Al bus se le han empezado a saltar los tornillos antes de los primeros 5 kilómetros, literalmente se ahogaba. En un pis pas se han puesto los monos de mecánico y tras tres intentos fallidos han puesto de nuevo la máquina en marcha - anonadados hemos visto como en el proceso retiraban la llave del contacto y el bus seguía funcionando -. Tres horas después se ha roto incomprensiblemente el soporte del eje principal del vehículo, otra vez los tres al suelo con grasa y tornillos por todas partes, la avería parecía definitiva, pero no, lo han remendado con un alambre y palante. Media hora después estaban echando agua en el motor al calentarse este más que el conflicto del tripartito en el gobierno catalán, pero no pasa nada, ni siquiera han parado el bus. Finalmente y cuando ya estábamos cerca de Potosí y creíamos que llegábamos, un fuerte golpe en el motor nos ha helado la sangre a los dos - a ellos no, claro -, tranquilamente han abierto la tapa del motor - desde dentro - han mirado y no hay problema, se había roto una élice del ventilador del radiador, sin problemas, no hace falta reparación alguna.
Con solo una hora de retraso sobre el horario previsto hemos llegado a Potosí, nos hemos despedido amablemente de la tripulación y como si tal cosa nos hemos puesto a buscar alojamiento. ¿ Algún problema ?
Entramos en el país el pasado lunes para encontrarnos que había convocada huelga general de transportistas por tierra, de forma que la única manera de salir de la población fronteriza con Argentina en la que nos encontrábamos era en tren o taxi - esta última opción descartada por el precio -. Una vez en la estación de tren la boletería cerrada y el cartel de no hay más billetes hasta el miércoles, a pesar de ello, gente haciendo cola por aquello de que alguien - nadie sabía ni quien, ni cuando, ni dónde - había dicho que se iban a vender más billetes que asientos. Rumores infundados puesto que al abrir la boletería un amable policía confirmaba que hasta el miércoles nada, pero en Bolivia como nos acaban de decir, nada es seguro y todo es posible, ya que a los diez minutos se empezaban a vender boletos a un pueblo a medio camino de donde nos dirigíamos. Fueron 3 horas empleadas para recorrer apenas 90 kilómetros, convencidos estamos de que una llama bien entrenada y con suficiente autonomía podría cubrir la distancia en menor tiempo.
Esta mañana cargados con las mochilas buscábamos pasaje para el bus de las 10 de la mañana a Potosí. No había lugar en ninguna compañía para esa hora, pero aún así hemos viajado y en concreto junto al conductor, el que cobra los billetes y el suplente, todos en la cabina del conductor. Estas personas nos han mostrado su capacidad para mutar a mecánico cuando la situación lo ha requerido. Al bus se le han empezado a saltar los tornillos antes de los primeros 5 kilómetros, literalmente se ahogaba. En un pis pas se han puesto los monos de mecánico y tras tres intentos fallidos han puesto de nuevo la máquina en marcha - anonadados hemos visto como en el proceso retiraban la llave del contacto y el bus seguía funcionando -. Tres horas después se ha roto incomprensiblemente el soporte del eje principal del vehículo, otra vez los tres al suelo con grasa y tornillos por todas partes, la avería parecía definitiva, pero no, lo han remendado con un alambre y palante. Media hora después estaban echando agua en el motor al calentarse este más que el conflicto del tripartito en el gobierno catalán, pero no pasa nada, ni siquiera han parado el bus. Finalmente y cuando ya estábamos cerca de Potosí y creíamos que llegábamos, un fuerte golpe en el motor nos ha helado la sangre a los dos - a ellos no, claro -, tranquilamente han abierto la tapa del motor - desde dentro - han mirado y no hay problema, se había roto una élice del ventilador del radiador, sin problemas, no hace falta reparación alguna.
Con solo una hora de retraso sobre el horario previsto hemos llegado a Potosí, nos hemos despedido amablemente de la tripulación y como si tal cosa nos hemos puesto a buscar alojamiento. ¿ Algún problema ?