Diario de A Bordo

... El viento es un caballo: óyelo como corre por el mar, por el cielo. Quiere llevarme: escucha como recorre el mundo para llevarme lejos.

Deja que el viento corra, coronado de espuma, que me llame y me busque galopando en la sombra, mientras yo, sumergido bajo tus grandes ojos, por esta noche sola, descansaré ... [Pablo Neruda]

Nos encontramos actualmente en Barcelona

30 julio 2006

¿ Ande está el día que nos han robao ?

Desde que salimos de Venezuela hemos ido de cabeza para arriba y para abajo sin parar. En un período de apenas 15 días hemos recorrido medio mundo, unos 20.500 kilómetros!!. De Caracas a Santiago de Chile. Al día siguiente, de esa ciudad a Isla de Pascua. Seis días después, a la Polinesia Francesa. Cuatro días más tarde a Auckland - en este trayecto hicimos saltar la banca y nos robaron un día. Salimos de Tahití el dia 7 de madrugada y después de más de cinco horas de vuelo, llegábamos a destino el día 8 - y tras seis horas de espera, partíamos hacia Sydney. Por si fuera poco, cuatro días más y a Singapur - 8 horas más de vuelo -. Una puñetera locura!!. Llegó un momento que no sabíamos si teníamos que comer, cenar, dormir, ir al lavabo o si tocaba ducha.

En medio de toda esta historia de majaderos, hemos podido disfrutar de Sydney. La ciudad nos ha dejado patas arriba y con la boca abierta. En ese lugar el glamour uno lo encuentra hasta en la sopa. Que demostración de ética urbanita, diseño, criterio urbanístico, enclave, clima y atardeceres!. Nos gustó tanto lo que vimos el primer día, que repetimos la misma ruta los otros tres para no llevarnos un chasco descubriendo algun papel tirado por el suelo.

Llegados a Singapur, el charm se perdió pero la pulcritud y buen criterio urbanístico se mantuvieron. Y por supuesto, aparecieron las aberraciones típicas de las grandes urbes asiáticas: desmadre de tráfico, autopistas y mega shopping centres por todas partes. En Singapur, la megalomanía de los centros comerciales alcanza las más altas cotas de absurdidad. El centro de esta ciudad se compone básicamente y casi en exclusiva de estos elementos. Afortunadamente, la caspa también típica de gran urbe asiática, seguía ahí escondida cual cucaracha melancólica en los barrios periféricos donde se agolpan a la vez, y en perfecta armonía, las viviendas de la gente de la ciudad, la porquería y los chiringuitos marca registrada de Asia.

De ahí y pasando por Kuala Lumpur y la selva malaya nos instalamos, cual marmotas recalcitrantes, en unas islas paradisíacas en el norte de ese país, donde con gran alarde de medios - no se reparó en gastos - concentramos nuestras fuerzas en dormir e ir a la playa. Con aguarrás nos han tenido que sacar de allí.

Como memoria visual de este bonito relato de viaje, os dejamos una foto de Arturo demostrando su innata pericia en los menesteres de snorkeleamiento profundo en aguas tropicales. ¿ Alguien da más ?


11 julio 2006

Isla de Pascua

En mitad de la inmensidad del océano Pacífico existe una pequeña isla tropical casi sin bosques, tapizada de colores ocres y con un corazón rocoso y negro. Situada a 2000 kilómetros del lugar poblado más cercano y a 4000 de la costa continental de Sudamérica, se encuentra permanentemente batida por las olas y corrientes de un océano tan grande como inclemente con ella.

La isla no es gran cosa, erigida por tres volcanes y sus sucesivas erupciones, apenas hace veinte kilómetros de largo. En una pequeña ascensión a uno de estos volcanes, uno puede abarcarla completamente.

Isla de Pascua o Rapa Nui, su nombre en la lengua de la población nativa, forma parte del archipiélago polinesio y comparte con las islas que lo conforman, parte de las características descritas. Pero Rapa Nui es especial por el legado de sus habitantes. Llegados éstos de otra isla de la polinesia utilizando unos medios que ahora nos parecerían suicidas, navegaron cientos de kilómetros orientados solo por las estrellas y las corrientes marinas hasta las costas de la isla. Allí se establecieron dando origen a dos pueblos, el de los ricos y que ostentaban el poder y el de los pobres, trabajadores y al servicio de los primeros. Cada uno de estos pueblos se articulaba alrededor de unidades familiares lideradas por el miembro de mayor edad y por tanto de mayor sabiduría también. En honor a estos líderes, tras su muerte y para recordarlos y honrarlos, las familias erigían estatuas con su apariencia. Estas estatuas antropomorfas siempre se orientaban mirando hacia la comunidad que las había erigido, proporcionándoles protección y buena suerte. Estas estatuas se llaman Moais.

Los Moais eran costosos de construir, requerían pericia para tallarlos y recursos naturales como madera en abundancia para transportarlos al lugar donde iban a ser erigidos. En un momento determinado de la historia, fue tal el número de estas estructuras levantado y en proceso de construcción que los recursos que la isla podía proporcionar empezaron a escasear. Llegado ese momento, se inició un enfrentamiento entre los diferentes clanes que desembocó en el derrumbamiento de todos los Moais erigidos hasta aquel momento y en la consiguiente paralización de la construcción del resto.

Cuando allá por el siglo XVIII las primeras personas del mundo occidental llegaron allí, ya no quedaba ninguno en pie y muchos de ellos habían sido destruidos.

Actualmente, cualquier visitante de la isla puede ser testigo de lo que allí ocurrió. Los Moais que no fueron destruidos han sido de nuevo erguidos en sus lugares originales y en uno de los volcanes se pueden todavía ver multitud de ellos en diferentes estados de construcción.

Parece que la historia de la humanidad se repite de manera persistente en cualquier parte del planeta y con independencia de las culturas que la protagonizan. Incluso en una pequeña isla aislada en mitad de la nada.